miércoles, 21 de junio de 2017

Un descanso merecido




Y bien merecido, pues me contaba mi madre que esta mesa y silla de los años 50 eran utilizadas en su niñez para pasar el día en el campo durante la festividad que tiene lugar en mi pueblo, la romería de San Isidro, después de haber caminado unos kilómetros cargados con todo lo necesario para festejar el día. 


Y es que cuando encontré esta silla y mesa de tablillas estaban irreconocibles, a penas si se dejaba ver la madera. Olvidadas en un rincón de un almacén esperando su turno para ir al punto limpio. ¡Menos mal que ese no fue su destino!
Después de insistir e insistir que podrían quedar estupendas en el porche de mi casa, mi madre se puso a restaurarlas a su estado original por su cuenta, guardándome el secreto para poder darme una sorpresa.
Lo suyo le costó, pues como ya dije anteriormente la madera apenas dejaba ver su color, estaba desencolada, y los tornillos oxidados evitaban el pliegue y despliegue.
No puedo mostraros de cómo encontré la mesa y la silla porque no les hice foto. Este fue el resultado de la restauración por mi madre a su estado original, tras limpiar, lijar, tintar y encerar.


Restauración a su estado original
Pasó un tiempo, y no me parecía ver que encajara este tipo de restauración en el porche de mi casa y decidí darle otro cambio, ¿y por qué no darle un toque rustic chic?. Y me puse a ello...
Un lijado suave, una capa de chalk paint blanco un poco aguada, y cuando estuvo seca ¡decapé a lo grande! Para ello utilicé la lijadora con lija de grano medio para desgastar lo suficiente, y que pareciera que la pintura se había desgastado con el paso del tiempo. Y por último cera incolora para protegerla del exterior.

Y este fue el resultado.

Resultado final

 ¡Y aquí todo sabe mejor, en la mesa y silla de los abuelos!

¡Gracias por pasarte!






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